Un "nuevo" producto de Don Sergio Tasselli

Reproducimos este artículo que publicaron los compañeros de la Agrupación Belgrano Norte, firmado por el compañero Norberto Rosendo, porque lo consideramos interesante para ver los negocios que sigue perpetrando el nefasto Sergio Tasselli, quien sigue explotando la empresa Materfer, adquirida gracias a la malversación de los fondos públicos (llámese subsidios) que el Estado le regaló en años en que su Metropolitano tenía la concesión de las líneas Roca, Belgrano Sur y San Martín.


El sábado pasado (19/12) en Paraná, Provincia de Entre Ríos, conocimos la nueva propuesta ferroviaria de Sergio Taselli que ahora se ha adueñado de la antigua Materfer cordobesa.
Continuando con la misma línea de construcción de material ferroviario iniciada en la época que era el dueño de la vida y milagros de la línea Roca-San Martín-Belgrano Sur, período recordado como el año que viajamos sin ventanas, o del incendio del control del eléctrico del Roca y otros tantos éxitos de esta firma, que en aquel momento nos regaló con los funcionales "soplanucas", coches locales en los cuales gracias a sus asientos metálicos y transversales el viajar podía ser cualquier cosa menos un placer, donde se habían suprimido los vestíbulos de seguridad en pos de unos metros cuadrados más donde apiñar pasajeros y un etc., que siempre favorecía al concesionario a expensas de la comodidad y la seguridad de los sufridos pasajeros, nuevamente quien nos brindó tantas penurias, nos obsequia ahora con un nuevo coche motor de trocha media.
Visto de lejos el coche parece una propuesta interesante, copia la misma forma que tuvieron los Puma o de los trenes de alta velocidad, con una amplia cabina aerodinámica y una pequeña puerta lateral de servicio. De piso alto y gruesa estructura metálica terminada con fina fibra de vidrio que de lejos hasta parece decente.
La ilusión se evapora cuando uno se acerca al coche y empieza a observar los detalles, para ser un vehículo que cuesta, según su constructor 3 millones de dólares, podrían haberlo pintado con alguna pintura a la altura de las circunstancias, pero parece ser que el alquílico es la pintura por excelencia de la compañía de Don Sergio.
Con un miriñaque de fina fibra de vidrio que no pasó la prueba de un servicio áspero como el que exige el Ferrocarril Entrerriano y que mostraba sus heridas abiertas.
Con un motor diesel longitudinal de unos 300 HP que ataca a sólo uno de sus bogues con un perimido conjunto cardan cruceta con una diferencia angular permanente de unos 30°, pero con la novedad de que el motor no es concéntrico al coche si no que se recuesta sobre un lateral del mismo, de modo que el conjunto mencionado no sólo debe absorber el movimiento del bogue del vehículo sino también este desaliño permanente.
Desde siempre los conjuntos cardan cruceta han sido un dolor de cabeza a la hora del mantenimiento y si a esto sumamos un movedizo bogue, en virtud de una vía poco cuidada, tendremos seguramente el fracaso asegurado.
Una poderosa caja aparentemente Alis, con electrónica interna, es la encargada de embragar el motor con el cardan y el mismo remata en dos cajas crucetas sobre los ejes del bogue motor.
Los bogues son los clásicos y probados Fiat 3, sin colizas, montados íntegramente sobre silem blok de goma, del mismo tipo de los que usaban las antiguas cabinas de los push and pull.
Al bogue original se le agregó una barra limitadora de altura, la cual no estaba en el diseño original, probablemente en respuesta a deber ser usado en vías con poco mantenimiento. Frenos por unidad frenante sobre las llantas sin control electrónico completan la dotación de los bogues.
Las caja de los dos vehículos, que creemos son recicladas, están acopladas por una barra rígida amortiguada. Es la clásica caja Materfer a la cual se le habían eliminado las ventanillas, las cuales se reemplazaron por una cubierta de vidrio semitransparente totalmente cerrada.
El peso total de la unidad es de unas 80 toneladas, incluidos los motores y el sistema de aire acondicionado.
El aire acondicionado es accionado por un segundo motor diesel de unos 150 Hp a juzgar por su tamaño dispuesto paralelamente al motor de tracción.
Las puertas copian, mal, el modelo de las del Tren de la Costa, por lo cual, sumado al metro de altura del piso interior, imposibilita a esta unidad cumplir con la ley de los discapacitados ya que, para poder acceder al coche, debe ostentarse un adecuado estado físico que nos permita ser potenciales pasajeros.
Los radiadores de ambos motores se encuentran sobre caja (dentro del espacio del habitáculo) lo cual suma ruido a la cabina de los pasajeros y los equipos de aire acondicionado se encuentran sobre el techo del vehículo.
La cabina tiene un amplio pupitre con un protocolizador de eventos que muestra todos los instrumentos e indicadores del vehículo y una pantalla con capacidad de visión nocturna completan el pupitre.
La aceleración y el freno se encuentran en comandos separados y poco ergonométricos, lo cual cosechó las criticas de los conductores.
El vehículo no posee areneros ni ningún otro tipo de mejorador de adherencia.
En pocas palabras: un refrito de las unidades españolas venidas al país en la década del '90, con los accesorios electrónicos que no funcionaron en los Pumas y las puertas del Tren de la Costa. Ni una sola idea original se le cayó a la gente de Materfer.
El día del evento llovió, como suele llover en Entre Ríos, y el agua inundó las vías, las cuales tenían pasto y barro sobre las mismas. Esto no fue escollo para que fueran atravesadas tanto por la formación reconstituida por los ferroviarios de Entre Ríos como por el Ultra liviano, pero el coche de Taselli no pasó la prueba y debió ser remolcado.

La lluvia afectó el interior y el exterior del coche fabricado en Materfer. El fuelle que unía ambos coches, de lona cocida, una antigüedad que creo han abandonado hasta en los coches históricos, demostró que podía hacer cualquier cosa menos ser hermética.
Ya había pasado la lluvia y un sol entrerriano de 37 grados abrasaba el mediodía, pero en el interior del coche de Don Sergio seguía lloviendo y, mientras el equipo de aire no estuvo a la altura de las circunstancias obligando a muchos pasajeros a buscar refugio en el Ultraliviano para volver del paseo, el agua de condensación caía abundante en el interior del habitáculo.
Si deberíamos resumir en tres palabras la performance del vehículo de Don Sergio, deberíamos decir: caro, pesado y no apto.
Este vehículo, presentado en la década de los '80, hubiese sido revolucionario, pero hoy las condiciones del servicio son otras y este coche motor se encuentra muy lejos, no ya de cumplirlas, si no directamente de plantearse alcanzarlas.

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